miércoles, 8 de febrero de 2012

EL BUENO; EL MALO Y EL GENIO (primera parte)


Mis amables lectores (quizá mi mujer y seguramente yo…),

Terminamos nuestro primer ciclo del año tratando de comprender o bien acercarnos al metacine. Algo que me resulta de lo mas interesante y apasionante es precisamente el metacine. Como recordaré, en una actualización, subí el cartel de la programación donde decía que veríamos a Truffaut, Godard y a Fellini. Sólo tres películas de uno de los géneros mas importantes del arte cinematográfico. Revisamos “La noche amreicana”, “El Desprecio” y “Ocho y medio”.


Ofrecería una disculpa si en algun momento resulta arbitraria esta programación… pero la verdad es que lo es. Ya hemos incluído alguna película como “la Rosa Blanca” que alguien sugirió tras mi conferencia en el mismo cineclub “El cine del cineasta” y quizá alguna otra que ahora se me escapa a la memoria; pero generalmente la programación responde a un capricho. Pero todo el arte tiene una raíz de ese tipo. Antes de entrar en materia aclaro: yo no soy arbitrario, lo es la programación.

Esta semana entregaré mis tres reseñas de loq ue vimos en el cineclub en enero. Comenzarémos por una nota sobre Truffaut su “La Noche americana”.

Tenía 18 años recién cumplidos y estudiaba actuación en Monterrey bajo la tutela de Rogelio Luévano, Jorge Vargas, Dardo Aguirre y Pedro Ferriz como director de la escuela, entre otras personalidades. Todos ellos sembraron en mi una conducta y una actitud ante la vida de tal magnitud que a los pocos meses yo era irreconocible ante mis propios padres (me lo dijeron cuando los fui a visitar y sigo sin saber con qué sabor lo habrñan dicho). Una de esas personalidades se llama (espero) Mario Escamilla, un cinéfilo incomprendido total (Incomprendido por mi, claro). Entre las muchas maravillas que nos obligó a ver para su clase de análisis cinematográfico, fueron estas tres películas que hemos disfrutado estos miercoles de enero. El solo recuerdo de la primera vez que las vi me impulsó a programarlas y… de ahí resultó esta arbitrariedad.

Años después, me la topé en un cajón de remates del videocentro. Compré el VHS y me encerré en mi cuarto a mirarla un par de veces. Me gustaba. Los diálogos, el papel del director, la música… me emocionaba sobremanera. Inclusive me entusiasmaba la idea de algún día fotografiar una “noche americana”. Pero no fue sino hasta hace pocos años que la vi de nuevo. No me equivoco en la redacción: la vi “de nuevo”.

Truffaut ES un director (ni muerto dejará de vivir, como cualquier artista) cuyas peliculas emocionan, conmueven, gustan. Hacen que el tiempo que uno permanece frente a ellas permanezca nuestra sonrisa. Sus películas son muy bonitas. Extrae de cada cliché su esencia y lo convierte en algo único.

Quizá su método de filmación es muy tradicional. Quizá hereda o adopta la usanza norestadounidense para realizar películas. Pero también lo hace de aquellos autores que tanto admiró y estudió.

Si bien el cine es un arte con un lenguaje propio. Y hay ciertas características que le son únicas. Seguramente nos ha pasado por la mente que es un arte híbrido o que depende de otras artes. Quienes hacemos cine y otros que le ven, sabemos perfectamente que el cine es algo muy particular y tiene su propio lenguaje. Yo he mencionado que muchas grandes películas tienen la clave de su lectura en el inicio. Lo menciono porque eso nos permite VER el cine. Una vez que sabemos de qué va, es mas fácil poder apreciar la obra y dejar de lado el filo de la butaca por las interrogantes que el guión propone (pues el cine NO ES LITERATURA). Pero ¿Qué será eso que veremos en una obra de cine? Es una pregunta compleja de una respuesta muy sencilla: Vemos el cómo se vé lo que se vé.

Precisamente porque se trata de una película que va de hacer una película, Truffaut responde congruentemente al planteamiento. Aúnque no responde sólo el cómo, sino el con qué. Ya vuelvo, vamos por por partes:

La primera secuencia resulta un paseo visual que responde a lo que Paul Klee dijo alguna vez: “El ojo recorre el camino que se le ha trazado”. La cámara comienza a hacer un recorrido hacia la izquierda con el ángulo hacia ese mismo lado. Nosotros no sabemos nada de la historia, pero nuestra cultura y la estética de la película (no documental) nos dice que hay un protagonista y que debe ser alguien de los que aparecen en aquella calle transitada. Entonces comenzamos a adjudicarle ese protagonismo a las personas que se van sucediendo de acuerdo a nuestra atención, ya sea por la composición, por sus acciones y hasta por llevar un perrito en correa, pero principalmente porque hay personas vestidas de rojo que se suceden en el cuadro. Se vé la entrada a una estación de metro subterráneo y cuando pasa frente a ella, la cámara comienza a adoptar otro ángulo rotando hasta ser un ángulo lateral y el movimiento sigue hacia la izquierda. SI! El protagonista aparece justo cuando inicia el cambio de ángulo saliendo de la estación del metro y caminando hacia la izquierda. Luego entonces la cámara, que mantiene el mismo movimento a la izquierda, ahora tiene a un presonaje avanzando de lado. La cámara le deja y ahora un auto rojo mueve la cámara  hasta que llega unas escaleras. un hombre desciende de las mismas y la cámara hace un zoom hacia el y ahora la cámara se mueve hacia la derecha de la calle hasta que le tiene avanzando lateralmente a la derecha hasta que se detiene el personaje y entra nuestro primer personaje a cuadro. Ahora los dos personajes están frente a frente.

Porqué te cuento esto? Porque la peli va del conqué se hace una peli.  A Ver. No nos enredemos (porque yo ya estoy hecho bolas, creo que funciono mejor con imágenes que con palabras):


Primer momento: Cámara avanza hacia izquierda, ángulo izquierdo de la calle. Personas de rojo que caminan



Segundo momento: Cámara que avanza a la izquierda, rota hacia la derecha y adopta un ángulo lateral de hombre que ha subido escaleras de subterráneo.



Tercer momento: Cámara avanza a la izquierda. Auto rojo



Cuarto momento: Cámara de lejos y hace zoom a hombre que ha bajado de escaleras de calle arriba.



Quinto momento: Cámara se mueve lateralmente hacia la derecha Hombre camina lateralmente



Momento final: Cámara tiene frente a frete a los dos personajes, uno a la izquierda y otro a la derecha.

Y qué es lo que determina ese cambio en la cámara? Si. El personaje. Pero la cámara tine mchas formas de cambiar. Cortando el plano, acercándose, en contraplano… etc. Porqué sigue sin cortar y gira de ese modo? Porque desde que empieza la secuencia, la situación es la misma. Estamos ahí por una situación y es que el personaje irá a asesinar a su padre por haberse liado con su mujer (de momento esa es la situación).


Entonces comprendo la naturaleza del movimiento y el cambio y es que ahora la imperiosa necesidad de nuestro personaje literalmente “empuja” a la cámara. Porque no hay nada mas fuerte que su movimiento. Después hará lo mismo pero en sentido contrario (hacia la derecha) pero con otro personaje. Luego cuando nos acercamos a los personajes y les dejamos frente a frente y la cámara les encuadra de perfil, estamos por presenciar algo. Y porqué la cámara nos pone en esa situación que ya no es controlada por ningún personaje? porque aparece el director que corta justo cuando va a pegarle la bofetada y descubrimos que se trtaba de la filmación de un rodaje. Porque no es real la bofetada y al final descubriremos que esa bofetada nunca sucederá, ni en la vida real, ni en la ficción de la película. Porque las cosas habrán de cambiar.

Ahora notamos las diferencias: hombre que viene desde el fondo y sube escaleras contra hombre que viene de arriba que baja las escaleras. uno a la derecha y otro a la izquierda. Luego se topan frente a frente al mismo nivel. Pero donde está el secreto de todo eso? En el porqué. Eso que hace que un hombre suba y que otro hombre tenga que bajar:

El amor de UNA MUJER QUE NO VEMOS EN EL PLANO PERO QUE VEMOS POR CÓMO SE HA COMPORTADO LA CÁMARA. 


 Ahora sí. Regreso.

No importa lo que está sucediendo. Que el guión sea o no explícito, interesante, atractivo, bueno, malo, equis! Al cine vamos a ver cómo se ve lo que se ve. Es decir, no las cosas, sino lo que hay entre ellas. Como ver las cosas moverse por el viento. Vemos que se mueven las hojas de los árboles y por eso "vemos el viento" (Griffith lo dijo mejor). 

¡Y con eso es con lo que se hace una película! Y ya está. El secreto se revela desde el principio y lo que sigue de la película es mantener el discurso con diferentes ejemplos y lo conduce de modo que disfrutemos cada secuencia, cada minuto y entremos en él. Nos advierte con un elemento Brechtiano al inicio y después nos deja a libre albedrío ver su obra. Así hace una película un hombre que sabe su oficio, lo domina y sabe el porqué de cada elemento cinematográfico. 



Saludos

martes, 17 de enero de 2012

pickpoquet, o no...

Pickpoquet…  

 Estimadisimo lector (el mismo que escribe, yo):  

 Estaba un poco reacio a escribir sobre esta película. Por eso mismo lo evadí estas vacaciones decembrinas e inclusive dejé pasar el año sin hacerlo. ¿La razón? La misma de todas: Miedo.

 No espero su comprensión ni nada, simplemente que se trata de una película que me inspira mucho y pertenece a aquellas que cada vez que veo me dan ganas de salir a la calle y hacer una película (o lo mas triste, ponerme a escribirla). Después recordé que esto no se trata de hacer una reseña o una crítica, sino de reflexionar abiertamente sobre el cine y en particular de las películas que programamos en el cineclub. Por eso, aquí estoy y sin miedos.

 Que extraños caminos tuve que recorrer para llegar a ti, Robert! 


En esta quinta película, Bresson utiliza la voz en off por ultima vez en su camino hacia la verdad del cinematógrafo. Entonces nuestro personaje nos platica su historia y sus pensamientos. No. No es verdad, así parece, eso hace una voz en off. Pero no (pausa).


Si pudiera hablar de cine alternativo, tendría que mencionar esta película, definitivamente. Presenta siempre otra alternativa sobre lo establecido. Habría que llegar a un espacio que mas que cuarto, pudiera ser una desordenada biblioteca, luego comprender que la ventana no solo es ventana sino “al parecer” un perchero y entonces aparece el truco frente a nosotros: No se trata de colgar una prenda al llegar a casa, ¡sino de emular un pasajero de metro para ensayar el carterismo! Esto junto con el estilo de Bresson no son sino la congruencia hecha belleza.


A qué me refiero? Para llegar a este punto me gustaría recordar otra secuencia, quizá una de las mas emblemáticas de la filmografía bresoniana: Un hipódromo que no se vé, que parece no estar ahí sino por el sonido… donde un carterista no mira una carrera y donde unas manos nunca comparten plano con el rostro de quien hurta. Entonces el sonido galopa en las entrañas de quien se arriesga todo para demostrar su superioridad y astucia para no compartir los cánones sociales; llega a la meta con el dinero en el bolsillo de quien no es.


Una excelente forma de abrir la película. Y me pudieran decir que también de cerrar, pero sin la obviedad de que no termina ahí exactamente, tampoco es en esa misma forma: Sucede que en el primer caso se trata de un punto de vista a la izquierda de nuestro personaje y de frente. La izquierda para las manos que roban y el frente para el rostro de la víctima y el carterista en el mismo plano… y cuando regresamos al final (ok, casi al final) el rostro también de frente pero ahora en planos separados entre victima y carterista y para las manos que roban, el punto de vista está ahora del lado derecho. Porqué? Porque uno no es ni víctima y el otro tampoco roba! Luego entonces… asistimos a un robo que tampoco lo es.

Otra cosa que viene siendo la misma: Si algo importante ha sucedido en mi forma de cinepensar, lo fue en el metro En el de la Ciudad de México: mirando contrastes, tumultos, prisas miedosas o indiferentes cuidando las miradas (propias y ajenas); en el metro de Barcelona: con los reflejos de las ventanas, como libremirón de las personas, de sus composiciones y las fugas de ese gusano que curvea sus perspectivas infinitas (si, en un caso aprendiendo del “no mirar” y en el otro del “libre mirar”) y con una adición: cómo suena! Pero el metro se ha vuelto algo mas que importante, imprescindible tras subirme al de Paris de la mano de Bresson con su carterista por una causa: Que me permitió ver cómo de pronto las cosas se alinean y se hacen cine ante nuestros ojos y nuestros oídos. En este caso con el sonido del metro acompañando al personaje como monitor de su latir, de su contención y su desahogo. Literal: Bresson muestra cómo el metro respira junto con el personaje. Suena sencillo… ¡y lo es! Y esa sencillez es la que compone al buen cinematógrafo.


Y si retomamos el punto, ahora podemos ver que aquél no es un viaje en vagones sino una plaza para robar y no es el sonido del metro sino el interior de nuestro personaje!


 Ya que estamos en el interior de este carterista, fin de la pausa. Aquello que escuchamos tampoco es sonido alguno sino letra que se va escribiendo relatando desde la cárcel. Un testimonio de alguien que ya no lee, ahora escribe. entonces aquello que se pensaba ya no se piensa y menos, se siente (si, también podemos compartir el símil del destino escrito por la mano del hombre mismo y que esta condenado a ser conciente de ello solo en retrospectiva si queremos, pero no estamos ahora mismo para interpretar a Bresson).


 Entonces todo es una oportunidad para tomar una vía alterna a lo establecido. Y esa es la banda que percibo coherente de Bresson cuando encuentra la forma de hacer  esta película, mostrando diferentes alternativas para usar las cosas (patas de silla como muñeca de humano, periódicos como cobertores visuales, un zoclo como caja fuerte, sonidos como un ritmo cardiaco, etc. Todo es otra cosa, justo como lo es el oficio del carterista en el que todo tiene un punto de vista diferente: una oportunidad. El carterista elige una forma de vida alterna. 

 Esta coherencia se transforma en belleza ante mis ojos y mis oidos (con Bresson siempre hay que subrayar la existencia de ambos sentidos) cuando nuestro personaje convierte toda esa actividad y filosofía del delito y a la película misma en otra cosa con una sencilla frase: 


 "Oh Jeanne, para llegar a ti que extraño camino tuve que tomar"

 Luego entonces no se trata del final de una historia, !sino el inicio de otra! El carterista ahora toma una nueva alternativa de vida.

 Por cierto, nunca estuve en París físicamente.


 Para que la descargues y la puedas ver y escuchar las veces que quieras, te dejo estas ligas. agradecioendo a Scalisto.brolgspot.com

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